Tenia que registrar en este no lugar que leyendo a Levrero en un viaje de omnibus de larga distancia, un tipo de unos 70 anios se aparaecio de la nada y creo que por su actitud, era el propio Levrero que venia a contemplar que aspecto tenia yo, en definitiva una entusiasta de su novela luminosa, de la cual no tenia el en vida, ninguna certeza de su valor literario (o al menos, eso expresaba continuamente).
De pronto me observaba y de pronto observaba que parte leia, luego se dejaba llevar por sus pensamientos. Al rato, me daba cuenta que de refilon queria ver que cara ponia yo al leer una parte del libro, luego se hacia el dormido, pero yo sabia que estaba testeando que me parecia. No me dirigia la palabra ni me miraba cuando yo levantaba la cabeza para que se diera cuenta de que ya me habia dado cuenta que me andaba observando, o mejor, andaba observando lo que a mi me parecia lo que leia, unico interes que yo le despertaba por lo que pude notar en el transcurso de todo el viaje. Enseguida supe que era el, con ese aspecto entre dejado e interesante. Venia quejandose porque le habian dado un asiento abajo del televisorcito, que quien sabe se podia caer en una frenada arriba de su cabeza y destrozarle el cerebro. Al rato preguntaba si ese ruido que hacia el omnibus adentro seria de la calefaccion, y que si hacia ese ruido era porque estaba rota ya que tampoco parecia calentar el ambiente. Se sento despues de ampliar sus reflexiones acerca de todos los inconvenientes que le estaba acarreando este viaje. Luego, por supuesto, espero a ver mi reaccion.. yo como ya sabia como venia la mano, le sugeri que no se preocupara por nada, que todo iba a andar bien, que nada le iba a estropear su cabeza, o al menos, ningun televisor. No lo contradije en su version del mal funcionamiento del aire acondicionado, ni de la sordera que nos traeria ese espantoso ruido que venia de arriba, probablemte a raiz de algun aparato que ya no funcionara bien. despues de semejante presentacion, solo esperaba que el se intersara por mi lectura, pero no lo hizo, bien sabia el que habia llegado hasta ahi, atraido por su inefable vanidad, queria saber que le diria yo a un viejo neurotico como el, y sobre todo, si me gustaba verdaderamente el libro que propiamente habia escrito hacia pocos anios, antes de morirse. Yo por supuesto, me rei mucho, subraye todas las ideas y los modos de expresarlas para cuando quisiera releer, cita ineludible sin fecha cierta. A el eso le agrado notablemente, lo veía muy inquieto y curioso por saber que parte habia subrayado y seguro andaba tratando de adivinar los motivos. Asi se nos pasaron las 6 interminables horas de viaje. En un momento deje de leer y el descanso unos momentos, cerro los ojos y se durmio como un bebe. Apenas se desperto, yo agarre el libro y de nuevo las mismas inquietudes de su parte, la misma abstraccion de la mia. Por momentos me parecia que se habia ido pero no, de golpe miraba hacia mi izquierda y seguia alli, observando con el rabillo del ojo, picaro este Levrero. No me dejaba el lugar para conversarle, se hacia el distraido y bien atento que estaba a mis movimientos de lapiz. En un momento se paro, mi miro, me sonrio tan dulce y tristemente.. me dijo solamente buenas noches, que siga disfrutando de la lectura, siempre, como hasta ahora. Yo lo mire fijo, le devolvi el saludo, se bajo del omnibus, y de noche cerrada se iba caminando vaya a saber por donde. Nos miramos y saludamos con la mano, lentamente.
No se que habra pensado que yo habre pensado, pero supongo que se habra bajado satisfecho, por lo que dijo y por su mirada de agradecimiento. Espero volver a encontrarlo, espero otra visita, pero esta vez le voy a decir, ey! Levrero! Ya se que sos vos y que queres saber que pienso de tu luminosa novela. Es maravillosa, y juro que no necesito demasiado luz para porder leerla. . .


