Bendita sea la mujer que te toque
Bendita
sea el agua que cae todas las mañanas sobre tu rostro, y cada hora que recorre
tu cuerpo
Tu
cuerpo esbelto y claro
Tu
piel dorada y tus pelos, cada uno de ellos, benditos por haber acariciado mí
alma
Benditos
los caminos que recorren tus pies, que tienen la suerte de ir llevándote en tu
destino
Bendito
sea el aire que se posa a tu alrededor y te da vida, con solo estar bailando
fresca y calurosamente a cada instante de tu existencia
Y
bendito sea el espacio que recorren tus piernas, la mesa donde se apoyan tus
manos y tus brazos, cuando la vida pasa y se queda en un gesto, que por cierto,
bendito sea cada gesto, cada gesto tuyo que no puedo admirar, pero conozco de
memoria
De
memoria recito esta conferencia sobre tu existencia, y el regocijo producto de
recordarla, de sentirla como una corazonada a cada rato
Benditos
tus ojos y tu boca que me han dado de mirar y de beber un elixir que me sirve
de amuleto, me sirve de memoria de los tiempos inmemoriales dónde se detienen
los suspiros, los anhelos, los pensamientos.
Bienaventurados
aquellos que te crucen y te vean venir.
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